martes, 31 de agosto de 2010

(Naufragios)


Con la puntualidad inesperada
de las estaciones llegan
a la puerta de mi casa
tus naufragios.

Cual marinero traidor
le prendes fuego a tus velas,
haces trizas las tablas
de tu cubierta,
y mientras vías de agua
asolan la nave,
tu mirada se pierde
en su camarote,
en el trance último
del capitán suicida,
que esperanzado aguarda
la llegada del bajío.

Con la angustiosa culpa
de la dolencia ignota
azotas nuestras espaldas
desde tu pozo,
rechazas con lástima
cualquier ayuda y lanzas
a nuestras caras la tierra
de esa tumba que
con tus propias
manos cavas.

En algún momento
que los tratados no nombran
como de una ilusión
resurgirás de nuevo;
poco a poco saldrás
de la espantosa cueva,
con un golpe de timón
retomarás el rumbo,
pero las huellas en torno
a la lápida rota
perdurarán en la mente
de los testigos
que observarán inquietos
cada mañana el cielo
en busca otra vez
de los antiguos signos.

Con la cierta resignación
del que conoce su suerte
espero a la puerta de
mi casa la humedad
que entumezca otra vez
mis pies descalzos.



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viernes, 27 de agosto de 2010

(Tarde como las de antes)

Recién salido del
duelo de bolígrafos,
me esperas tú
corrigiendo imanes.
Obediente como siempre
a las leyes de la física
me alineo al campo
magnético de tu espalda:
yo me olvido de mis
guerras simuladas,
tu disipas tus
cuitas vectoriales.

La tarde soleada nos
redescubre a Madrid,
a las estatuas blancas
de su vía grande,
a las calles tomadas
por fotógrafos asiáticos
y turistas angloparlantes,
y al placer de recorrerlas
sin preocupación ni
prisa, ni destino…
como antes.

Entre tanto con plástico
compramos la ropa
para regalar sin decir
las palabras prohibidas,
y si alguien nos descubre
montar rápido el helicóptero,
y escapar volando por
este cielo de agosto
desamparado de  nubes.

Sin querer vamos llegando
a nuestro sitio en oriente,
ese lugar preferido para
tenores, reyes y amantes.
Y aterrizamos.
Tu pasión se alía con
mi té verde, y el sol
va cayendo despacito
 tras el palacio.
Sentados en nuestro banco,
al olor profundo a verde,
al arrullo vespertino de la fuente,
al contacto de nuestros cuerpos,
tan necesario, ahí
todas las fuerzas renacen,
y me recuerdas que tengo
aún pendiente el aprender
a parar el tiempo.
Prometo que el día que adquiera
el dichoso conocimiento
esperaré
para ponerlo en práctica,
en una tarde como esta,
como las de antes.

jueves, 26 de agosto de 2010

(Faro guía)


Quizá debería haber sido esta la primera entrada de mi blog, dado que precisamente este poema es la excusa y el motivo de su comienzo. Escribo poemas desde que tenía 15 años,  y en los dos últimos los he venido publicando en un fotolog, que desgraciadamente se estaba quedando algo abandonado. No encontraba las fuerzas, las ganas ni la inspiración para escribir. Hasta que me di cuenta de que mi ocupación actual de opositor-profesor-programador me tenía algo alejado de las letras que de verdad me gustan. Siendo consciente de mi necesidad de leer (que no ya vivir) poesía para escribir poesía acudí a google con la búsqueda "blog poesía". Y como segundo resultado ahí estaba, ese lugar que tanto estaba necesitando.
-Poeta en paro- rezaba. Y la magia, la belleza, la maestría y sensibilidad de los versos de Milagros me calaron bien hondo. Gracias a un par de ellos encontré esa chispa necesaria, ese impulso para acercarme a la hoja en blanco de nuevo, despacito al principio, pero poco a poco recuperando la soltura y espantando los miedos. De paso decidí crear un nuevo espacio, más personal, más mio, donde mis versos pudieran retozar a su antojo. Así nace este Diario. Espero que lo disfrutéis. 
Gracias, Milagros => http://poetaenparo.blogspot.com

                                                                        
          "...Haré de mi debilidad sandalia 
                   y adiestraré mi voluntad a dentelladas..."
                                          (Milagros Morales)
                                                                

No sé si será porque mis neuronas están
pavimentadas de protocolos y siglas
o porque el dulce cartojal las ha dejado
incomunicadas en su desidia.
El caso es que no 
                  me salen poemas
ni sentado en el suelo,
ni de pie en la silla.
Así que mientras las fechas
señaladas se acercan,
tomaré prestados versos
que en el ínterin me sirvan,
como totem o mantra
contra el sueño y el frío,
como santo y seña
por las mañanas,
y en las noches oscuras
como faro guía...

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martes, 24 de agosto de 2010

(Alumbrando)


Mis letras se buscan,
palpando en la oscuridad
intuyen la cercanía
de otras letras,
y cuando a tientas, por fin,
consiguen el contacto,
se abrazan y esperan
muy juntas y quietas,
calladas en el fondo
de mi cabeza.

Las palabras, islotes,
en mitad de mi vida,
son píldoras que tomo
para la cefalea,
un ejercito de barquitos
                     granulados,
que inician el conflicto
de la creación,
la efervescencia.
Y cuando todo acaba
ya no hay naufragios,
ni más buzones
llenos de botellas,
sino puentes-versos
entre palabras,
y poemas construyendo
la nueva tierra.

Ese mundo-poema
que va saliendo,
desde dentro de mi
hacia la galaxia,
suele quedarse
perdido en la nada,
la eterna inmensidad
de mis cuadernos.
Allí yo lo observo
como un dios en potencia,
lo veo recorrer
las eras, las edades,
pero fuera de mi
¿ese mundo existe?
¿o no es más que un conjunto
de signos gramaticales?

Con afán paritorio
o quizá egocéntrico,
pretendo liberar
a mis poemas,
que el sol de la luz
de unos nuevos ojos
sea la medida 
de su existencia.
Los iré soltando aquí
en la blogosfera,
este extraño cartelón
de soledades,
con la esperanza de
que no sólo los lean,
arañas eruditas
sino personas,
que en su lectura
los reconozcan y
en el transcurso les brinden,
lo que yo no les puedo dar.
Vida más allá 
de las letras...

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lunes, 23 de agosto de 2010

(Embozado y repentino)


En el pozo sin fondo de mi memoria
coexisten mil sueños dormidos,
las verdades cotidianas que fueron 
mezcladas con señales olvidadas,
con nuevas realidades y anhelos,     
mas ni las viejas costumbres sueñan tan hondo
ni guardan vigilia los desvelos presentes:
                                                                                                                                       
"Son trescientas estancias pintadas
de fantasmas locos y ensoñaciones,
la sala común atestada de invitados
pero solamente un cuarto de baño
para atender tamañas necesidades;
y en esta algarabía o choza
de la que soy orgulloso propietario
me escabullo entre letras
acuciantes y recuerdos obligados,
para encender el candelabro capital
mientras los visitantes son desalojados.
                                                                 
Cuando el último paso resuena y la
última puerta muere de un portazo
te encuentro envuelta en un sofá de chocolate,
amarrada a un perfume insidioso,
y a pesar de que intento el desalojo a voces
las paredes no obedecen servidumbre,
y me veo avocado a pasar la noche
saboreando películas, cacao y besos,
a merced de un atisbo de mi pasado
que se cuela de rondón en mis aposentos."
                                                                         

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