AUDIO
Era el tiempo de escribir canciones.
Había una guitarra al pie
de la escalera había manos
atadas por doquier.
Dedos entretenidos
en letras que no eran carne y
frases que no eran pan.
Aún podíamos retirarnos
a la cueva de los dientes,
a roer una tibia nueva o desollar
con ansia su recuerdo.
Era el tiempo de escuchar canciones
silbar despreocupados
buscar en el teléfono el lugar
donde nació el intérprete.
Yo podía decirte aún quiero llamarles
Alicia primero y luego Juan.
Decirte somos jóvenes y afuera hay sol,
quedémonos tumbados
el fin de semana.
Pero el lunes no llegaba
y se hacía miércoles.
La primavera no llegaba y quitábamos
los últimos adornos
de la pared.
Quizá fue entonces salimos
en busca de nuestra voz.
Queriendo escuchar esperanza
en las bocas de enfrente.
Salimos a gritarnos por ver
si habría en el aire más suerte
que en el papel.
En la acera más presencia
que en el confeti.
Se volvía a oír la carrera apresurada,
bajando escalones sin miedo
de tres en tres.
No había feria ni había concierto.
No era domingo ni agosto
la jornada sí era reducida.
Los sillones estaban lejos
e insonorizados.
Pero nosotros éramos más.
Las manos en las cuerdas
de la guitarra eran más.
Las cuerdas vibrando graves
nuestro lamento eran
muchas más.
Habíamos decidido dejar
de creer en su letra.
Espero poder contaros,
Alicia,
Juan.
Espero poder deciros
que lo logramos.