miércoles, 31 de agosto de 2011

(Haikus)


Solo la flor
que sobrevive sola.
Solamente ella.
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Lluvia tardía
que abre los parasoles.
Brota el vacío.
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Río que marchas,
mar de memoria y lluvias,
completa el ciclo.
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Era esa mano.
Era su amor de tierra
que en mí crecía.




lunes, 29 de agosto de 2011

(Palabras)



Ellas son el vehículo y
negarlas,
no es negar una rueda o
negar el aire o
anegar el camino.
Es que no exista rueda
ni pulmones que abrir
ni otra cosa en el aire
que señales eléctricas.
Sin ellas,
¿Cómo podré
creer en tu mano?
¿Cómo sabré
que en realidad
existes?


sábado, 27 de agosto de 2011

(Mapamundi)


Señalar en un mapa 
el lugar
de donde vengo,
y anotar en la lista
comprar pintura marrón
y verde azul
y roja y dibujar 
un mapamundi alrededor
de tu cintura,
con paralelos y meridianos
que te recorran.
Y en un paraje perdido
-entre el ecuador
y tus trópicos morenos-
señalar el exacto lugar
de donde soy.


lunes, 22 de agosto de 2011

(Francés)


Yo quiero ser francés
y no mi carne,
decir rodeado de nubes
y despaciosamente, con la lengua 
en posiciones inimaginables,
para mi boca latina
y mi semblante de enero.


Decir y no necesitar
jamás decirlo,
despreocupar mi barba
y patrocinar mis ojos,
que mis manos sean
nunca
tiernas, fuertes, generosas.
Que no necesite soñar,
ni pensar,
ni preguntarte.


Y ser francés sobre todo
y sobre todas las carnes
exiguas,
que no sean la mía.


Y no necesitar
escribir ni beber.


Y no necesitar.


Ni decírtelo nunca.


sábado, 20 de agosto de 2011

(Credo)



Yo creo en el despiste de mis pies,
en la capacidad de encuentro de mis manos,
en tu sonrisa dulce cuando no la espero,
en la fuerza del torrente que me miras.
Vamos que fundamentalmente
no creo en nada
que no me dé de bruces en la tierra,
que no me tizne el rostro del esfuerzo,
que no me arrastre en el fango triste
de la vida.
Porque a pesar de que quisiera
enfangarme de nubes,
revolcarme en los jardines prometidos
del cielo,
sólo tengo fe en mi padre de carne,
en la madre que sangrando
me dio la vida,
en los besos y abrazos
que me queden por dar,
y en la corte de gusanos 
hambrientos
que me esperan.
Amén.


jueves, 18 de agosto de 2011

(Rosa)



La esencia más íntima de la rosa
se adhería a las yemas de sus dedos,
supliendo a las células
que lo abandonaban,
fundiéndose a sus cadenas
de ácido ribonucleico.


Cuántos la habían olido
intentando aprehenderla,
cuántos su piel dibujado
en papel y en su mente queriendo
representarla,
poseerla.


Y entre tantos devotos y perseguidores,
se encontraba él inadvertido,
respirando aquella rosa
que le había entregado
su secreto.
Rodeándola.
Viviéndola.
Como un envoltorio de carne
que no era mortal,
sino pétalo.


Pero esa carne rosa espina
por fuera y sangre
por dentro,
no notaba en sus ansias
de hombre a mucha honra
su aliento rosado,
su pecho transgénico.


Y buscaban sus ojos
en las prístinas flores,
en ramos de fuego
y en llamas curvas,
individuales,
la belleza que su cuerpo
ya había poseído,
el placer que había anidado
en sus entrañas…


lunes, 15 de agosto de 2011

(Fábula de los mercados)



El fruto le dijo al árbol
aquella mañana,
alzando sus ojos de fruto
caído en la tierra:
“me debes el aire que ondea
a la tarde en tus hojas,
la tibia sopa de letras
que nutren tu cuerpo,
la raigambre pavimentada
que te mantiene erguido.
La vida con la que vives.
La vida me debes”.


Y el árbol que pese a todo
su tronco de árbol,
padecía de corteza gastada
y hueca por dentro,
fluctuó bamboleándose
como un gigante herido,
y colapsó 
con pavoroso estruendo
sobre su fruto privado. 


lunes, 8 de agosto de 2011

(Patio)



El patio está umbrío y solitario.
A veces lo acaricia un rayo
de sol que llega entre resquicios,
y la hierba que crece fina entre las juntas
se estira como el cuello interrogante
de una jirafa sorprendida.


Solitario y umbrío 
sobre todo en la noche,
cuando cantan los grillos,
los tenores, los amantes,
y se juntan las losas 
del suelo cercenando
la posibilidad de la luna
y los sueños verdes.


El aire tiembla ligero 
y fresco entre sus muros,
que se miran impávidos 
unos a otros,
y a pesar de que a veces
lo visite la lluvia
el silencio es el único 
que realmente lo habita.
Por eso las gotas, 
los niños, las risas,
no le son más que extraños,
fugaces intrusos,
que se cuelan brevemente
en su vacío sólido,
y a la primera nota 
de la cigarra
recogen sus bártulos
y se evaporan.


Solitario y umbrío y
en el ala oeste,
nadie puede encontrarlo 
si mira al norte,
y si se oyen pasos 
al salir las nubes,
son caminos que se alejan
de las voces tenues,
y se agotan llenos
de paraíso,
que poco a poco se apaga
y ya nunca vuelve.


Umbrío respira el patio, 
solitario y silencioso.
Engalanan sus viejas paredes 
florecidas ausencias.
Y la sombra suave no permite 
escapar a quien para, 
detenido un momento al arrullo
de sus canciones.
En este portal sombrío
nacido de dentro.
Clausurado con palabras.
Invisible.
Solo.



lunes, 1 de agosto de 2011

(Infracciones)



Cuando miras a través de las paredes,
cuando pasas sin tocar
por los espejos,
y el aire que se detiene en tus hombros
atropella sin pudor al viandante,
no gesticulas ni gritas 
piedad,
aspavientos,
porque tus labios polizones
no son terrenales,
no están sujetos
a la legislación vigente.