Las telecomunicaciones están obsoletas.
Debiéramos besar palabras al aire,
esas que alguna vez dijimos,
besar el suelo que rozamos
y nos pisó el agua que alguna vez
nos bañó y después
nos conocimos.
Mientras tanto qué hacer,
mandar mensajes,
coger teléfonos,
teclearnos amor sin nunca
llegar a sabernos.
Porque yo quiero decirte y
tocarte la fibra y
reclamar tu ser
para nosotros.
Pero no en la distancia,
no en el océano,
no desde el pico
de una montaña.
Yo quiero hablarte de cerca.
Y evidentemente en estos recodos,
en estas lejanías que nos acechan,
solos y solo podemos confiar,
y enviarnos por las maltrechas
telecomunicaciones.
Me marcho.
Ven a escribirme una carta.