Llenar a oscuras
la botella de agua.
Tender la hierba y esperar
a que crezca y se seque.
Rebuscar en mi huella un pasado
que te recuerde o no.
Un hilo del que tejer
tu imagen emboscada,
como un gato anodino,
taciturno y displicente.
Sostener el cigarro de tus palabras
e interrogarme.
Preguntarle al humo el nombre
de los sonidos que arden.
Concluir con la mentira
del filósofo que sentencia
y nadie sangra.
Pasarme con descuido
el plumero por los ojos,
poner a ondear las sábanas,
colocar mis desiertos
en perfecto desorden.
Dejar en el vaso tus besos
para fregarlos mañana.
Irme al trabajo sin pensar
en la nueva arruga que ayer
se estrenó en tus ojos.
Recoger del buzón las cartas
que voy a escribirme
cuando te marches.
Ser feliz sin miedo
al abrigo o la manga corta.
Ser feliz
sin que me importe.
Certeros versos.
ResponderEliminarSaludos.
Hay que usar con más frecuencia el plumero en los ojos. Los poetas como tú sabéis hacerlo para desentrañar la realidad física y sentimental. Un saludo y excelente poema.
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