miércoles, 29 de septiembre de 2010

(Desde el vacío)



Salgo del sueño abandono el redil,
salto el muro cavo un túnel,
cruzo el desierto vadeo el mar,
llego al cohete me pongo el casco,
Houston comienza la cuenta atrás,
subo a las nubes y en un suspiro
precipitado las atravieso.

Ya estoy, ya estoy,
ya casi llego a
terrizo,
al basto fondo de la canica,
al reino ignoto
de la voz imposible,
a los predios
de la palabra inaudita,
al auténtico y genuino
separatismo.
Casi lo puedo tocar.


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domingo, 26 de septiembre de 2010

(Prosigue)






La última botella solar
difracta la ensenada
luz del parque,
diluye la ensoñación
libada del verano,
dispersa entre improperios
a sus vacas cantoras,
llama a capítulo urgente a
descreídos, a letrados,
y promulga la vuelta pronta
de las carnes ocultas
a sus cinco más dos son siete
bajo los tres palos.

Pero antes de desfilar
por la alfombra amarilla,
luciendo traje para entregar
el blanco al invierno,
estalla la última tarde
de sol en palmeras rosas,
huyen en bolsas de plástico
las miradas jóvenes,
y con la piel recién metida en
su tienda de campaña,
se apresura bulliciosa
la sombra del viernes,
a celebrar en los bares,
los puentes, las camas,
que la luz viva prosigue
bajo tierra o techo,
en la memoria triste y callada
de las hogueras
y hasta en el brillo desgastado
de nuestros ojos.


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jueves, 23 de septiembre de 2010

(Haiku del beso nuevo)



Recién nacidos
de tus besos fugaces
vuelan mis labios
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lunes, 20 de septiembre de 2010

(Invertido, olvidado)



Hay muchos pisos
sobre nuestras cabezas.
La mayoría están deshabitados…
Algo no marcha bien:
los túneles llenos,
los vagones llenos,
los cofres,
repletos de personas vivas;
las azoteas solas,
las cuerdas solas,
las ramas solas, vacías.
Ni la tradición oral,
ni el clamor de juventudes,
ni el Un, Dos, Tres,
ni Informe Semanal.
Nadie logra recordar
dónde aparcó las alas,
dónde dejo las llaves,
cómo se remonta el vuelo.

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viernes, 17 de septiembre de 2010

(Haiku de la vocación)


Tenía todo
para triunfar pero
quiso escribir.

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martes, 14 de septiembre de 2010

(Esos días)


Hay días en que te pones
las gafas de ladrillo,
esos en que te calzas
las sandalias de buzo.
Das los pasos despacito,
vamos, con pies de plomo,
y aún asi sólo consigues
hundirte antes.

En esos días
              que las quinielas
son todo cruces,
y en los que en cada cruce espera
nuestro semáforo en rojo,
claro está vas prevenido,
ojo avizor, alerta,
mas ni aunque usaras cien ojos
lograrás verla venir,
                         será el santo
del Polifemo vizco
disfrazado de pirata.

En esos días que existen,
para desgracia de todos,
que se cuelan en el calendario
con peculiar insistencia,
a los que nadie
                 se le ha ocurrido
marcar en rojo,
en esos he decidido
declararme en huelga.
No de hambre o de sexo
que están muy vistas.
La mía será una huelga
de cinco sentidos.

El sexto me lo reservo
para que busque
en medio de la oscuridad
y que te intuya.
Para que todo lo que quizá
sea real se marche
con todo su esplendoroso
séquito al garete,
y sólo quede el infinito
dolor de la nada
o la sublime posibilidad
de tu existencia.


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domingo, 12 de septiembre de 2010

(Haiku del soñador)


Ellos decían:
"no sueñes más, ¡trabaja!"
Y él se durmió.

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viernes, 10 de septiembre de 2010

(Haiku del beso viejo)


Labios cansados
de recorrer la costa
de tus silencios.

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miércoles, 8 de septiembre de 2010

(Septiembre - Octubre)


No nos queda gasolina/para Septiembre.
Lo sabes.

Se te están poniendo/los mofletes de niño.
Los surcos ojos/ resignados de abuelo.

Trabajas cada día/en un lugar distinto.
Recuerda mañana/cumple años tu padre.

Si no quieres tropezar/arréglate el pelo.

Yo te puedo prestar/mis tijeras de plata.

Tu madre abre el grifo/rellena el vaso.
Llámame a este número/cuando termine.

No nos queda tiempo/para despertar.
Tú has de seguir/construyendo el sueño.

En la maleta dispones/ de lo necesario.
No olvides cambiar/la pila a los relojes…

Octubre se aproxima/inexorablemente.
Y tú eres el único/propietario de Alaska.



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lunes, 6 de septiembre de 2010

(Haiku del estudiante)

                                                                                                                                                               
Los libros siempre han sido para mi un tesoro: de refugio a santuario he pasado con ellos por todos los estadios. Por eso en parte me duelen las líneas más abajo, pues los libros siempre abren puertas y mentes. Claro está no es lo mismo devoción que obligación. 

En el rincón de la defensa sumaremos que gracias a la inundación que estoy sufriendo de leyes, técnicas, sistemas y demás me he iniciado en el haiku. Con el poco tiempo que tengo para escribir su reducido tamaño y fuerza expresiva se antojan ideales...pero sinceramente, espero no dar lugar a muchos como el que sigue:
 
Libros paredes
sus hojas sin ventanas
tapian mi vida.

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jueves, 2 de septiembre de 2010

(Deuda Afortunada)


Mario tú y yo lo sabíamos,
tres, dos o uno y suerte
rodando siempre a tumbos
                   y trompicones,
serpenteando traviesa entre los números
y amenazando a cada giro detenerse.
   
Ay, la suerte, Mario, esa exiliada,
que de tanto en cuanto nos acecha,
quien pudiese  hacerla patria o
segundo domicilio,
para esporádicamente residirla,
en vez de sentir
cuando abrimos su puerta
la inquietud sin documentos
                            del ocupa.
Ella, como tú, no tiene tierra
propia bajo los pies, y en los bolsillos,
sólo añoranza, todo recuerdo
y una maltrecha nación
de papel y de palabras.

Ay Mario tú, que tanto viajaste,
que el oblongo mundo viste
desde tantos ángulos,
que te pinchaste con ellos
y derramaron tu sangre,
¿qué conoces de la suerte?
¡Ay! ¡esa exaltada!
que se insinúa a la vuelta
de las esquinas
y que al torcerlas se viste
de promiscua nada.

Ay Mario yo sé
que te debo tanto,
un Himalaya nevado de
papel y de letras impagadas,
una vida nocturna de dioptrías
y ojos llorosos y
libretas emborronadas…
Y a pesar de saberme
hombre cumplidor,
en la medida en que eso
hoy ya no se estila,
esta deuda que sé,
ésta sí, afortunada,
no aspiro en esta vida
de dolores e infortunios
ni en la vida futura a
poder saldarla. 


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