jueves, 5 de septiembre de 2013

(Una pausa para el refrigerio antes del segundo acto)


AUDIO

Y qué hacer con este tiempo que se emboza 
y nos asalta en el camino,
esta fiesta de cuatreros porque son
cuatro gatos orondos y avaros,
este fasto al vilipendio en que somos 
invitados y a la vez responsables 
de servir el catering.

Cómo interpretar sendos papeles
en esta farsa esperpéntica 
que representamos.

Porque somos culpables de vivir 
intrépidos alpinistas 
de posibilidades,
porque hemos de limpiar los restos
de una burbuja hinchada 
con nuestro aire,
aire para que otros 
respiraran meteóricos
ascendieran otros,
y quedáramos aquí los llanos 
en plena explosión anticipada,
degradados a pagar la vajilla rota
de la que no comimos,
camareros encargados de servir
nuestra vida en bandeja y después,
fregar los cubiertos,
sacar la basura,
asumir el papel de recurso-monedero-servicio,
asentir diciendo sí 
somos libres y es justo,
no somos marionetas vivas
en esta pantomima global
que nos habéis montado.

Qué hacer con este tiempo
que se nos come.

Más que tender una mano inequívoca
a ese que no es como yo.
A ese que no soy yo pero sufre 
igual que yo y tiene hilos,
facturas,
mujer e hipoteca.
Y eso nos hace carne común
y manipulada.
Carne toqueteada y manoseada.
Carne utilizada y saqueada
y denostada y engañada.
Carne común y simple
sin nada que decir.

Por qué no unirnos en masa
de carne pútrida y honrosa.
Hacer que llegue el olor
a sus narices engoladas.
Que llegue la mierda al cuello
de su reducto en las alturas.
A los portones del paraíso en 
que viven parapetados.

Paraíso que se alimenta 
de nuestro silencio.
Que cargamos sin rechistar
a nuestras espaldas.

Tendamos una mano inequívoca.

Digamos que en una de estas
la obra se acaba y ya
no quedan asientos.

Pongamos que por ventura
salimos del menú.

Cierra el buffet.

La compañía quiebra.

Arde el teatro.