El agua intenta asirme
y yo me escapo,
el aire respirarme
y yo me cierro,
la tierra en alto
trata de aferrar,
mis pies que ya bucean
por el aire.
Y en esa huída firme
y permanente,
que con ahínco busca
lo negado,
se agranda la intuición
de lo inasible,
y sólo se concreta
lo que hiere.
La belleza que se curva
y te apuñala.
El puñal que se derrite
y te abandona.
Los poemas que si nacen
no son tuyos.
El abandono en los labios
de la verdad en brumas.
Y la esperanza rebelde
como patrón del vacío.