No digo clausura esa parte de ti
que late no digo renuncia al batir
de las olas en tu sien no digo
siega la flor blanca de tu anhelo.
No.
Están en ti las rompientes
poderosas la raíz
y la semilla que crecen,
la sangre metálica que te une
y te transporta.
No hay tregua tampoco
no te confundas,
brotarán las piedras seguro
en la senda más lisa,
vendrán con ojos y manos,
yacerás en tierra dulce y dolerá,
la sábana de barro en tu piel,
tu herida.
Habrás de luchar.
Caminar y perder,
perdonar y perder,
renunciar y volver a perder.
Y extraviarte.
Sólo digo elije bien tus armas.
Que tus manos no aferren tesoros
y se hundan tus pies en la arena.
No cruces el desierto solo.
Y llegado el momento.
Lucha.
Lucha hasta la muerte.
No desperdicies tu último momento
leyendo este poema.
Pero si aún estás a tiempo.
Si aún no has empuñado la piel,
empeñado tu espada.
Ya sabes. Elige
porque es tu única libertad,
y nunca abandones el sueño
que merece la pena
por perdido.
buen poema, buen consejo.
ResponderEliminarMe gusta sobre todo el final.
Besos y buen año.