jueves, 3 de marzo de 2011

(Nubes)


Las nubes pasan rápido,
como alma de aire
que lleva el diablo.
Despiertan, de repente,
de su mal de altura
en el que viven,
adormecidas,
y al hacerse mundanas
se ve que les afecta,
el mal de las prisas
que sufre el suelo.
Acumuladas,
nimbadas,
cirróticas,
barren el piso
con su escoba irreal
y equidistante,
dispersan a los transeúntes
y a los que no se les llena
la boca de nube
y echan a volar,
como globos…

En su premura no atienden,
a semáforos o a casas
de juguete o ladrillo,
ves pasar su desfile
de majorettes
inexorables,
silenciosas y solemnes
como si de una procesión
se tratara.
En el sótano
se oyen murmullos
y rezos apresurados.
Otros miran atónitos
el suceso entre cortinas,
el aliento contenido
a ver si pasa rápido
la comitiva.
Imploran cruzados
los dedos mentales
que se suspenda el evento
y se disgreguen,
y vuelvan,
las nubes a su manso discurrir
en las alturas. No hay suerte.
El cielo se llena de vacas
y efímeros supermanes.
Como en una avalancha de fans
del viento acelerado,
se amontonan las nubes
en una espiral imparable.
Corren y al mismo tiempo
aúllan como lobos grises.
Nadie queda en las calles
que testifique.
Nadie en el cielo.
Ninguna quiere perderse
el huracán.   



5 comentarios:

  1. Aaaaaaaaaaaver, me quedé muda de dedos.

    Entre los lobos grises que aúllan, y los cielos vacíos o infestados de falsos héroes, y los dedos mentales cruzados, apuesto que a que se acepte mi testimonial de que este poema se supera a sí mismo.

    Dixit.

    BESO, JOSÉ

    SIL

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  2. Me has dejado boquiabierto mirando tus nubes. Hermoso poema.

    Un abrazo

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  3. Y cuando todas las nubes se aquietan el silencio se lleva lo que aunqueda escondido en las calles

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