Cada año me vuelve a nacer,
por estas fechas,
un absceso en el corazón engalanado,
un molesto huésped de temporada,
que reclama aullido en boca
su tributo.
Agasajos de rey, la casa vestida
de fiesta, manjares frescos
y todos los presentes,
conversan y se miran sin saber
qué están haciendo,
las manos se extrañan autónomas,
entrelazadas.
A base de pasta de almendra
el inquilino ocupa todo
el espacio vacío
que llevábamos dentro,
y nos desborda rojo por las mejillas
y el ecuador del cinturón
desabrochado.
Por mor de supervivencia
no queda más remedio,
desenvueltos los obsequios ya,
y desechados,
que asesinar al acólito
medrado y bienqueriente,
clavándose uno mismo con saña
en el plexo solar,
un níveo estilete de turrón
del año pasado,
si es del duro mejor,
con la consiguiente posibilidad
de suicidio.
La alternativa es decir permitirle avance,
extenderse a su misericordia indiscriminada,
conllevaría riesgos inaprensibles.
Accesos intempestivos de amor,
sonrisa imperecedera,
ataques incontrolados de generosidad.
En definitiva dejarle vivir sería
una losa con nombre
en nuestras conciencias.
Permitir circular por este mundo correcto
a un individuo tan detestable…
Y mucho menos en Navidad.
Son necesarias las olas
que llegan
de suicidios tristes.
Inapreciables.
Son intentos fallidos,
cierres de emergencia,
para no dejar salir de su surtido
a esos alegres engendros,
mentecatos y alfajores.
Siempre dedico un segundo
a pensar en los anteriores,
cuando me apunto un día cualquiera
entre el veinticinco y el final
de Diciembre,
al hueco entre la segunda costilla
izquierda y el esternón.
Y aprieto con todas mis fuerzas.
Me aterra que este macabro rito
de precisión
me resulte cada vez
más natural.
José, estoy inclinada ante tu poesía.
ResponderEliminarReverencia y vuelta al ruedo.
Te admiro profundamente.
Fin del comentario.
Y un beso de turrones asesinos.
SIL
Menos mal que nos quedan los polvorones de chocolate que conseguimos arrancando pedacitos de tu sofá...
ResponderEliminarY la buena poesía de este mal poeta tan querido y admirado.
Besos, Jose.
Y aun así le seguimos haciendo compañia a ella cada año.
ResponderEliminarfeliz navidad y año nuevo, aunque varia con cierta subjetividad a la hora del ruedo.
José, como siempre, me asombras y de alguna manera, tenemos, estamos en correspondencia. Si puedes, si tienes tiempo y deseo y sin necesidad alguna de comentar, verte por mi Isla y lee el poema de hoy, que encierra una reflexión muy cercana a esta tuya, aunque yo imagino a todos ahogados en vino y champaña para la Nochevieja (los turrones me fascinan; serían para mí el mejor "suicidio" del mundo). Excelentísimo mal poeta, es usted un artífice de lo visceral y lo novedoso. Te abrazo y te deseo un 2011 tal y como tú lo necesites y lo desees. Besos.
ResponderEliminarBuenísimo!
ResponderEliminarYo, he de decir y proclamar a los cuatro vientos que no, que no sucumbo ante las fauces de semejantes asesinos... que lo mío es el "chocolat", que una es muy "fisna" y prefiere otras orondeces, que el de Jijona, ya me abruma tiempo ha, tanto que decidí abandonar su insigne compañía...
Resista, compañero, resista!
Hala, unos besos empalagosos!
;)
Y FELIZ NAVIDAD!
sin dudarlo ni un segundo... comprendo tu terror
ResponderEliminarNos acostumbramos a todo, así somos, capaces de normalizar el horror y lo macabro, capaces de hacer un ritual de cualquier acto.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Que el año 2011 te traiga todo lo que necesites.
feliz año, confundía las letras con el fondo
ResponderEliminarMaravillosa tu poesia como siempre,mi querido mal poeta, algunos ya somos victimas naturales de estas fiestas (y no porque haya pasado mucho tiempo jeje)
ResponderEliminarUn beso enfiestado para ti.