lunes, 15 de agosto de 2011

(Fábula de los mercados)



El fruto le dijo al árbol
aquella mañana,
alzando sus ojos de fruto
caído en la tierra:
“me debes el aire que ondea
a la tarde en tus hojas,
la tibia sopa de letras
que nutren tu cuerpo,
la raigambre pavimentada
que te mantiene erguido.
La vida con la que vives.
La vida me debes”.


Y el árbol que pese a todo
su tronco de árbol,
padecía de corteza gastada
y hueca por dentro,
fluctuó bamboleándose
como un gigante herido,
y colapsó 
con pavoroso estruendo
sobre su fruto privado. 


5 comentarios:

  1. IMPRESIONANTE, Jose.

    Me has dejado sin respiración.

    Un beso enorme, querido amigo!!!

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  2. Coincido con Amelia.
    La analogía es perfecta.


    Un beso grande, José.

    SIL

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  3. Mención Honorífica para este poema.
    Un abrazo.
    =)

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  4. Me gustan tus letras, me quedo viendo tu blog.

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  5. Tanta unanimidad me abruma :P, gracias Ame, Laura, Sil. Son de estas cosas que caen por su propio peso.

    María, bienvenida, espero que lo disfrutes.

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