lunes, 8 de agosto de 2011

(Patio)



El patio está umbrío y solitario.
A veces lo acaricia un rayo
de sol que llega entre resquicios,
y la hierba que crece fina entre las juntas
se estira como el cuello interrogante
de una jirafa sorprendida.


Solitario y umbrío 
sobre todo en la noche,
cuando cantan los grillos,
los tenores, los amantes,
y se juntan las losas 
del suelo cercenando
la posibilidad de la luna
y los sueños verdes.


El aire tiembla ligero 
y fresco entre sus muros,
que se miran impávidos 
unos a otros,
y a pesar de que a veces
lo visite la lluvia
el silencio es el único 
que realmente lo habita.
Por eso las gotas, 
los niños, las risas,
no le son más que extraños,
fugaces intrusos,
que se cuelan brevemente
en su vacío sólido,
y a la primera nota 
de la cigarra
recogen sus bártulos
y se evaporan.


Solitario y umbrío y
en el ala oeste,
nadie puede encontrarlo 
si mira al norte,
y si se oyen pasos 
al salir las nubes,
son caminos que se alejan
de las voces tenues,
y se agotan llenos
de paraíso,
que poco a poco se apaga
y ya nunca vuelve.


Umbrío respira el patio, 
solitario y silencioso.
Engalanan sus viejas paredes 
florecidas ausencias.
Y la sombra suave no permite 
escapar a quien para, 
detenido un momento al arrullo
de sus canciones.
En este portal sombrío
nacido de dentro.
Clausurado con palabras.
Invisible.
Solo.



3 comentarios:

  1. Precioso. Inmensoen ritmo y lirismo

    Con la triste belleza inapreciada de paraiso deshabitado.
    Lastima que risas y niños le sean intrusos.

    Un gran abrazo.

    Soco

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  2. Una postal divina, José.
    La foto redunda.
    Los versos son preciosos.

    Beso

    SIL

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  3. Soco, Sil: muchas gracias a las dos. Intentaba algo distinto de lo que suelo hacer y me alegra que os haya gustado. Besos

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